domingo, 17 de febrero de 2013

Algo no tan secreto :)


Me despertó con una suave caricia sobre mi piel, creo que el hormigueo de mi sueño correspondía a sus manos acariciándome.

¿Es posible enamorarse en una primera cita?, me pregunté. Nunca había sentido tanto amor en las caricias de una hombre, menos en las de, quizás, un desconocido.

De todo, era lo que menos tenía en ese momento para poder hablarle, pero aún así ganas de robarle un beso no faltaban. Dulces y grandes labios, de esos labios que miras y miras sin darte cuenta. Labios que te llaman a que los desees de manera sutil y delicada; pero a la vez a esa boca le gusta ser maltratada, es esa contradicción excitante, entre una mordida y un beso suave, como jugando a sanar en el instante el daño ocasionado.

¿Cómo llegar a tocar esos labios? Difícil respuesta resultó y decidí, por ese instante, perder la oportunidad de tenerlo todo…

Me introduje entre los vestidos y zapatos de tacón que asistieron esa noche. Conocí muchas sonrisas, repetí miradas y en mi silencio aún le observaba. Al parecer no era inalcanzable, sin resquemor compartía y se desenvolvía entre la recatada multitud. Sí, era sucio pensar o desear cómo le deseaba a él entre tantas conversaciones. Estaba entrando en el juego de la seducción.

Primero la mirada, seriamente seductora, acompañada de esa sonrisa de saludo queriendo decir: “eres mío”.

Así intente una y otra vez toda la noche, con mil sonrisas, muchas miradas y muchos temas de poco interés. Pero cuando me dí la media vuelta para poder buscar a mi amiga, cara a cara quede con él. Increíble pero cierto, no recordé nada. Estúpida me sentí de no saber qué decir, pero de esa manera comprendí que el rol había cambiado.

Poco recordaré de aquellas conversaciones, porque de ahí en adelante comenzó un juego muy diferente al que había tenido otras noches… Pequeños movimientos de labios, con palabras finas y susurradas. Su tono se hizo pausado y sensual mientras yo solo quería rozar su boca.

Fue difícil y a la vez interesante buscar sus labios, acercándome a su oreja y de vuelta coquetearle a su mejilla… eran solo milímetros de aproximación, aún así, ahí comenzó la acción.

En ese momento sin pensarlo, le tomé su cara y le besé dando el primer contacto. Beso tras beso, mordía su labio, convirtiéndose ese juego en mi pasatiempo de esa noche. Dulces labios, seguidos de suaves mejillas y un cuello con un olor que nunca olvidaré. En ese momento olvidé todo lo que había vivido alguna vez y comencé desde cero haciéndolo todo aunque no supiera nada de nada.

Escuchaba sus suspiros, haciendo de mi agitar la música para el momento. Esa delicada agresividad con la que me acercaba a él, hizo que me envolviera en su piel. Teníamos una sincronía que parecía perfecta.


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