domingo, 26 de mayo de 2013

¡UNA DE FELICIDAD! ¡Que hoy invito yo!

Las personas llegan sin buscarlas, de repente, en una situación y en un momento inesperados, una persona que no te imaginarías, como tú, en el lugar más simple del mundo que vemos todos los días. Y sin saber nada te vas de ahí, sigues con tu vida, con tus cosas, con tu rutina, amigos, con..., pero ni siquiera vas a pensar que desde ese día tu vida se daría la vuelta. Dejarás cosas, y empezarás a hacer otras. Y poco a poco lo único que querrás es una palabra, una frase de esa persona que se te puso delante. 
Todavía recuerdo el verte al salir de ahí, el volver a reírme y sin querer, mirarte. Y pasa el tiempo, y quieres más, y tienes más, y a la vez aprendes a darlo también probablemente sin darte cuenta. Con hablar 4 minutos con él ya sonríes; sabes que tiene cien mil fallos, pero es que tú tienes cien mil más. 
Pasa lo que pasa, lo que querías que pasase. Y ahora es cuando te das cuenta, porque no te queda otra, de que quieres estar con él, saber de él, oírle, ver que está ahí. Pero también llegan malos momentos, que generalmente hacemos más difícil de lo que son. Aún así lo que quieres escuchar es que te echa de menos, que te quiere, y trescientas cosas parecidas, aunque tu no se las digas a él. 
Dime que sigues, que estás, porque sin ti estoy vacía.


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